Wednesday, June 20, 2007

Necesito un Exorcismo...

Un alarido que nace desde mi interior desgarrando mis entrañas es devorado por el silencio de la noche, remotamente lo siento difuminado en el eco de mi habitación, al otro lado del muro, pasado el efecto de las pastillas. Despierto.

Semejante a un estallido de conciencia imagino mis pupilas en extremo dilatadas a punto de reventar inyectadas en sangre, mientras el sudor frío resbala copioso desde mi frente a través de todo mi cuerpo húmedo, pegado a las sabanas, luego de una que otra convulsión. Suspendido, retengo mi respiración esperando a que vuelvan los pensamientos martillando mi
cabeza, la escena de horror atraviesa mi mente nuevamente y me veo a mi mismo acogido por las sombras surcando la nada a ciegas, corriendo sin poder moverme a través de un largo túnel observo al final un haz de luz que se abre, arrebata mi cuerpo de mis perseguidores. Vuelto a lo que llaman la realidad. Un escape no del todo exitoso, calculo para mis adentros, pues me siento observado. Sé que aún siguen aquí, conmigo, muy cerca.

Más cerca de lo que yo mismo pienso, tal vez.

Busco algo de aliento, un leve suspiro de espaldas a mi lecho, mirando ese techo pintado del monótono color blanco. Sigo con vida, lamentablemente. Pienso, con solo cerrar los ojos puedo ver ese cúmulo de rostros deformados llamándome a gritos. Petrificado por el miedo que atenaza mis articulaciones, como en cámara lenta, "ellos" se acercan a paso cada vez más
rápido hasta hacerme presa fácil del pánico, entregado resignado a mi evidente destino. Los busco con la vista, pero no los puedo localizar donde quiera que ellos estén. Solo en la oscuridad, un susurro ligero que me despertaba los miedos mas escondidos, entonces despertaba nuevamente.

No he querido comentarlo hasta el día de hoy por el miedo a que las pesadillas vuelvan otra vez. No quiero sentir más miedo, pero la realidad golpea la puerta de mi conciencia, un martilleo en mi cabeza constante sin descanso alguno. ¿Quién sabe? Quizás aún sigo dormido, pero el efecto de las pastillas han doblado mi conciencia hasta hacer delgada, casi infima, esa línea entre la ficción y la realidad. Sin embargo, sé que estoy vivo...

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